dijous, 28 d’abril del 2016

El 'positivismo' de las redes sociales

Últimamente me resulta bastante familiar toparme, tanto en redes sociales como en otros entornos, rótulos que adoptan varias formas en su superficie pero donde se comparte el mismo mensaje de fondo: el piensa en positivo.

Esta es una tendencia que ha proliferado - diría que de una forma masiva - en los últimos años, especialmente raíz de la emergencia y consolidación de las redes sociales como una de las principales formas de interacción entre las personas (valga decir que ya estaría bien si esto no comiera terreno a las interacciones sociales reales, pero desgraciadamente no es así). Respecto de las redes y de su uso también masivo, hay que citar Zygmunt Bauman, uno de los sociólogos más eminentes del siglo XX y del presente XXI. Según Bauman, las redes sociales son una trampa, ya que sólo sirven para cerrarse en la 'zona de confort', durmiendo las capacidades que tenemos las personas para relacionarnos. Aún así, la mayoría de nosotros nos hemos sumado a ellas, en algunos casos llegando a generar auténticas adicciones.

Pero el objeto del artículo es otro: la presencia repetida de mensajes del tipo "piensa en positivo" que estas redes contienen (a pesar de que no sólo ellas, también la sociedad mediática en general). Antes de entrar en materia, hay que apuntar que el trastorno mental más prevalente del siglo XXI es la depresión, llegando a la tasa del 10% de la población en los países desarrollados. Hay que suponer que estas cifras están extraídas de las informaciones oficiales, quiero decir: ¿En qué estadística están recogidas todas aquellas personas que experimentan en su vida de forma más o menos recurrente estados de tristeza, pero sin llegar a ser diagnosticadas con un episodio depresivo? Si también se tuviese en cuenta este dato, las cifras probablemente serían escandalosas. No es extraño, pues, ver como en la sociedad existe la necesidad de buscar caminos que conduzcan en estados emocionales positivos y al deseado bienestar. Fármacos aparte, son las las redes sociales las que aparentemente ofrecen, por la vía fácil, esta posibilidad, y son un buen termómetro para calibrar cómo de necesitada está la población de encontrar vías a la tan anhelada felicidad.

Llegados a este punto, hay que diferenciar entre una actitud optimista en la vida (cosa que resulta deseable) y la necesidad de estar siempre bien: si se piensa, esto último no es más que una creencia irracional. De aquí sale el punto importante de la cuestión: intentar pensar en positivo y/o tratar de animarse cuando se no está bien, ¿ayuda a estar mejor? Hay que reflexionar un poco sobre este matiz: intentar pensar en positivo cuando uno no está bien, pensando que así estará mejor, quizás no sea más más que una ilusión del pensamiento y que incluso resulte desaconsejable. ¿Conocéis alguien que haya dejado de preocuparse intentando 'pensar en positivo'? O, otro ejemplo que se acerca bastante a lo que quiero explicar: ¿Alguien se ha sentido mejor, estando triste, después de que un amigo - con la mejor intención - le haya dicho que se anime, que hay muchas cosas positivas que ahora no ve? ¿O tal vez esto lo ha ayudado a entristecerse algo más para no ser capaz de verlo? ¿Y alguien que por decirse a sí mismo que no vale la pena ponerse nervioso, haya dejado de estarlo? Aquí hay que decir que las emociones positivas suelen provenir, sobre todo, de las experiencias positivas, que son las que realmente tienen poder en nosotros y, muy especialmente, cuando hemos sido nosotros mismos los que las hemos provocado, es decir, cuando hemos tenido percepción de control sobre ellas: esto aumenta nuestra sensación de eficacia y, por lo tanto, de bienestar: un mensaje en clave positiva en el facebook, a pesar de que tenga la mejor de las intenciones, quizás no reúna estos ingredientes.





Pero hay otro factor a considerar en todo esto: el miedo a experimentar estados de ánimo negativos, la forma en que la sociedad mediática sistemáticamente los rechaza y, por extensión, nos hace rechazar también a nosotros: parece como si siempre tuviésemos que estar felices y dichosos.

Lo importante aquí es que no nos dejan convivir con las experiencias negativas y tristes de la vida que, si se piensa, son las que más enseñan y ayudan a crecer si son bien manejadas y no se intenta escapar de ellas de cualquier forma posible: esto último llevará, con cierta probabilidad, a problemas de entidad mayor.

T.S.

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