dijous, 28 d’abril del 2016

Diagnósticos en psicología: ¿sí o no?


Resulta evidente el hecho que, hoy en día, está instaurado en el mundo de la psicología el debate de si los diagnósticos sobre problemas mentales y comportamentals ayudan a favorecer una buena intervención terapéutica, tanto en niños como en adultos. La pregunta que se suele hacer - y que no resulta fácil de responder - es: ¿Ayudan los diagnósticos en psicoterapia y en la vida en general? ¿Qué responder a aquellas personas cuya demanda principal es la investigación de un diagnóstico pensando que esto empezará a solucionar sus problemas? ¿Salen reforzadas, si reciben un diagnóstico?

Todos estaremos más o menos de acuerdo en que, si sufrimos una afección física, por ejemplo de tipo dermatológico, pues querremos saber de que se trata por paliarlo y facilitar el abordaje médico. Pero, ¿pasa lo mismo en psicología? Probemos de intentar resolver este interrogante con algunos argumentos.

Históricamente, en el campo de la salud mental, ha predominado un modelo epistemológico (de construcción del conocimiento) basado en la idea de que es necesario diagnosticar. Así, encontramos los manuales de psiquiatría que clasifican los diversos trastornos mentales y comportamentales (para los curiosos, buscar: DSM). No obstante, parece claro que estos manuales se pliegan decididamente al servicio de los intereses económicos de la industria farmacéutica, en base a la conocida ecuación de diagnóstico = fármacos. Hay que hacerse, sin embargo, algunas preguntas: ¿Son siempre necesarios los fármacos? ¿Qué pasa si los retiramos un tiempo después de usarlos? Algunos destacados neurólogos, como Antonio Damasio, sostienen que cuando se trata un problema farmacológicamente, es cómo si "se pusiera yeso" al cerebro: es decir, se inhiben las respuestas fisiológicas, pero la percepción del problema sigue intacta. Por lo tanto... ¿resuelven los fármacos los problemas? ¿Hay alternativa clara a ellos? ¿Por qué con los años aumenta el número de trastornos psicológicos y psiquiátricos? ¿Qué hay detrás esto? Son preguntas para la reflexión.






Invita a darle algunas vueltas más al asunto el siguiente texto de F. Allen a Psychoterapy Networker:

"Con niños, es absolutamente crucial reconocer que existen diferencias individuales, diferencias evolutivas, fuentes de estrés familiar, de estrés escolar, problemas ambientales y todos ellos pueden producir conductas que se confundan cono uno trastorno psiquiátrico. Esto es así especialmente hoy día, que se han reducido las horas de educación física en los colegios y ha aumentado el número de niños por aula. En vez de imponer un diagnóstico médico a este tipo de niños y tratarles con fármacos estimulantes que no necesitan, deberíamos gastar el dinero en reducir el tamaño de las clases y tener más educación física."

Parece claro que si pretendemos que las personas cambien, las tenemos que ver como poseedoras de recursos y tenemos que considerar todo aquello que las rodea para entender sus problemas.

Pero uno de los aspectos más importantes es el del estigma del diagnóstico. Estigma es la condición, atributo, rasgo o comportamiento que hace que su portador sea incluido dentro de una categoría social que genera una respuesta negativa, viendo a quien lo trae como inaceptable o inferior.

El estigma tiene dos implicaciones importantes, relacionadas entre ellas:

- Cómo me comporto yo: ¿Cambiará mi comportamiento si me veo de una determinada manera debido al diagnóstico que me han asignado? ¿Representará una ayuda o me limitará?

- Cómo me ven los otros: si traigo un diagnóstico encima, ¿cómo me tratará la gente de mi alrededor? Y este trato, ¿tendrá una influencia en mi forma de verme?

Llegados a este punto, la pregunta es obligada: ¿diagnósticos sí o no?

T.S.

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